Dos años después de mi primer entrada vuelvo al lugar del caos como lo he hecho varias veces durante estos dos años.
Nuevamente me compré mi nieve de mamey que ahora cuesta $12 (antes $10).
Esta vez escucho música en el estéreo del coche (con dificultad, entre el ruido del aire que entre por la ventana y la conversación de y con mis padres) y nos dirigimos a una fiesta familiar.
El lugar del caos forma parte de mi vida y posiblemente de mi futuro.
¿Y por qué vuelvo a escribir sobre el lugar del caos? Porque dicho lugar se encuentra en uno de los pueblos más antiguos de Guerrero y porque llevo varios años (desde niña) pensando en un proyecto sobre tal lugar, el día de hoy un familiar me ha asignado una tarea, primero por gusto personal, luego como artista visual emergente, he visto el potencial de dicho proyecto.
Así que vuelvo a casa con la firme idea y alegría de que voy a hacer, después de toda la vida pensándolo, un proyecto que va a relacionar mi nombre con el del pueblo para siempre, sin importar si no vuelvo a ir, si ya nunca lo visito ni conozco a nadie de ahí, ese pueblo y yo tendremos algo que nos va a unir para toda la vida...